Sembrando Futuro: La Historia de Lila y su Lucha Silenciosa por Salir Adelante

Raíces Profundas en Mariano Acosta

Lila tiene 44 años y ha vivido toda su vida en la comunidad de Mariano Acosta. Es madre soltera de dos hijas que hoy cursan sus estudios en la Universidad Politécnica Estatal del Carchi, y aunque se describe como una persona callada, su presencia y compromiso en el grupo comunitario son firmes. Actualmente se desempeña como secretaria del grupo, un rol que ejerce con humildad y dedicación, sin haber ocupado antes otros cargos.

Una Agricultura en Resistencia

Desde siempre, Lila se ha dedicado a la agricultura. Hoy en día cultiva claudias y fresas, sin embargo, reconoce que los últimos años han sido especialmente duros para quienes trabajan la tierra. La inestabilidad de los precios, la falta de garantías para comercializar los productos y el desgaste físico y emocional han hecho que muchas veces piense en dejar de sembrar.

“No es fácil seguir, a veces me caigo, pero me levanto por mis hijas”, confiesa. Su perseverancia nace del amor y compromiso con su familia, y de un sueño: ver a sus hijas cumplir sus metas sin que les falte lo esencial.

El Apoyo que Florece

La llegada de la Fundación Tierra Viva representó un punto de inflexión en la vida de Lila y su comunidad. A través de capacitaciones y talleres, aprendió a elaborar abonos como el bocashi y microorganismos, y mejoró el manejo de sus cultivos, especialmente el cuidado y poda de las claudias. Aunque todavía enfrenta desafíos en la fertilización, hoy tiene más herramientas para cuidar su tierra de manera sostenible.

Uno de los logros más significativos para Lila fue resolver un problema que la había afectado por años: la escasez de agua durante el verano. Gracias al fondo otorgado por la fundación, pudo instalar un tanque de almacenamiento y un sistema de riego técnico. “Fue un sueño que plasmé en mi mapa, con ayuda de mi hija, y ahora es una realidad”, cuenta emocionada.

Más Allá del Campo: Emprender y Soñar en Colectivo

El acompañamiento de la fundación no se ha limitado a lo técnico. Junto a su grupo, Lila ha empezado a pensar en nuevas formas de generar ingresos. Han considerado pagar su crédito colectivo e invertir en la crianza de animales, una alternativa que podría darles mayor estabilidad económica. También sueñan con iniciar emprendimientos, una posibilidad que cada vez se ve más cercana gracias al impulso y confianza sembrados por Tierra Viva.

Otro avance importante ha sido su participación en la feria de Ibarra, donde ahora pueden vender sus productos directamente. “Es muy importante para nosotras como mujeres del grupo, porque significa ingresos extras y reconocimiento a nuestro trabajo”, dice con orgullo.

Una Voz que Inspira

Aunque Lila se describe como callada, su historia habla fuerte. Es el reflejo de tantas mujeres rurales que, desde el silencio, lideran transformaciones profundas. Con cada claudia que riega, con cada reunión en la que participa, está sembrando mucho más que frutas: está cultivando dignidad, autonomía y un futuro más justo para ella y sus hijas.